AMORES FUGACES (Relatos) (Spanish Edition) by Lepe Pilar

AMORES FUGACES (Relatos) (Spanish Edition) by Lepe Pilar

autor:Lepe, Pilar [Lepe, Pilar]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Pilar Lepe
publicado: 2013-11-01T23:00:00+00:00


Juegos nocturnos

El parque estaba oscuro, los faroles alumbraban con luz tenue, proyectando sombras fantasmales en el piso. Ya eran las diez de la noche, y el aire frío del otoño, había ahuyentado a la gente a sus casas.

Caminé, tratando de cruzar por entre los árboles, lo más rápido posible, el único ruido que se escuchaba aparte del búho que ululaba a lo lejos, eran las hojas secas que iba pisando mientras andaba.

Tenía frío, mis medias se habían quedado en la casa de Leo. Tuvimos sexo mientras su madre estaba en la iglesia, pero ella volvió antes, y no alcancé a vestirme por completo. Venía apenas con la blusa y la falda.

Los calzones y el sostén estaban en mi bolsillo del abrigo. Me tapé lo más que pude para cubrirme del frío, y apreté los pasos.

De pronto, escuché unas pisadas diferentes. Eran fuertes, y hacían más ruido sobre las hojas secas. Me detuve, y también lo hicieron. Así estuve por un rato, caminado y parando para comprobar que no fuera imaginación mía. Miraba hacia atrás y nada, solo las sombras de los árboles. El parque es grande, y parecía que no salía nunca al otro lado.

Me acerqué hasta un banco oculto en las sombras. Tuve la idea, de que si tal vez ignoraba a quien me seguía pasaría de largo. Sin embargo, en cuanto me detuve, me vi aprisionada por un fuerte brazo que me sujetaba por el pecho, y una mano que me tapó la boca para que no gritara. Luego sentí algo duro en mi espalda, pensé que era un revólver y tuve miedo. Quería volverme y encarar al bandido pero no pude. El susto me tenía rígida.

—¿Quién eres? —pregunté con voz trémula. El hombre no contestó, solo me empujó para que me inclinara sobre la banca.

—¿Qué quieres? —insistí—. No llevo dinero.

Él seguía sin hablar. Hizo que me pusiera de rodillas sobre la madera del asiento, y levantó mi abrigo para descubrirme. El aire frío rozó mis nalgas y me estremecí. Enseguida sentí una mano cálida tocando mi piel. Gemí involuntariamente. Con manos hábiles comenzó a acariciarme, él ya sabía que estaba en sus manos y no escaparía. Me sostuve con fuerza del respaldo del banco, ya me sentía excitada, y eso que el hombre apenas había tocado mi trasero.

Luego con una mano comenzó por acariciar mi carne, y unos dedos ágiles se acercaron a mi sexo, jugueteando por fuera, haciendo cosquillas. Yo abrí las piernas para que tocara más adentro, pero él seguía prolongando mi agonía con sus caricias. Cuando ya no pude más, no me importó quién fuera él y le imploré para que me diera la satisfacción que tanto deseaba en ese momento:

—¡Por favor! —le dije—. Después haré lo que desees pero tócame más...más.

Entonces él, se inclinó, y metió su cara entre mis nalgas, introdujo su lengua en mi lugar secreto, mientras sus dedos acariciaban mi clítoris. Nunca, me habían tocado así, ni siquiera Leo porque es más pasivo.

Al sentir su lengua en lugar tan privado, perdí la cabeza.



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